martes, 26 de junio de 2012

Mujeres en la alta dirección

“Más del 60% de los actuales licenciados son mujeres, tienen excelentes resultados académicos y finalizan los programas oficiales de posgrado en número superior a los hombres. El 45% del mercado laboral español es femenino y en un porcentaje similar el denominado de alta cualificación, ocupado por licenciados e ingenieros. Pero cuando avanzamos en la carrera hacia la alta dirección, los porcentajes bajan estrepitosamente”. Esta frase, extraída de un estudio realizado por PwC y la organización Isotes y publicado en marzo de este año, resume las aún enormes diferencias entre el porcentaje de hombres y mujeres en puestos de alta dirección. Es decir, no falta formación y cualificación, pero en la mayoría de los casos las mujeres se quedan en puestos intermedios sin conseguir alcanzar la cúpula del Consejo de Administración o la presidencia de la empresa. Según este estudio, ocupan el 30% de las direcciones de Marketing, Jurídica o RRHH, pero sólo el 15% de las direcciones Comercial o Financiera. Y únicamente el 10% de los directores generales, presidentes o consejeros delegados son mujeres.

Otro informe, en este caso realizado por Mercer a nivel internacional, destaca que sólo el 21% de las compañías tiene en marcha algún tipo de programa para potenciar el desarrollo del liderazgo femenino, frente a un 47% que afirma no tenerlo y un 6% que asegura estar meditándolo.

Esta escasa presencia de mujeres en los puestos directivos supone un derroche de talento por parte de las empresas que no debiera darse si lo que pretendemos es garantizar que todos los miembros de las organizaciones aporten su potencial de liderazgo a la empresa. Catalyst, una organización sin ánimo de lucro dedicada a promover el liderazgo femenino, realizó una encuesta tomando como referencia a las empresas del Fortune 500. Y según sus resultados, aquellas que tienen a tres o más directivas en su cúpula obtienen mejores rentabilidades: cinco puntos por encima de la media. Algunos expertos aseguran que esto es debido al estilo de liderazgo que implementan las mujeres. Así, otro estudio realizado por Cranfield asegura que saben motivar mejor, ganarse la confianza de la gente y animar a sus subordinados a desarrollar todo su potencial, frente a un estilo masculino que suele ser más autocrático, basado en la recompensa del cumplimiento de objetivos y el castigo de su incumplimiento. También se nombran como capacidades asociadas al liderazgo femenino la capacidad de comunicación, la empatía, la gestión de equipos y el análisis de riesgos. Y nada de esto es superfluo en la situación económica que vivimos.

Muchos son los datos y estudios que avalan una mayor incorporación de las mujeres a los puestos de liderazgo, sin embargo la desigualdad en estos cargos no ha mejorado apenas en los últimos años. En general, se atribuye este techo de cristal a motivos como la dificultad de conciliación, pero también a la falta de apoyos y cultura en este aspecto por parte de las organizaciones empresariales (cuyos altos cargos suelen ser hombres). La Ley de Igualdad que promulgó el Gobierno anterior puso unas bases que, en general, parece que no se están cumpliendo. Así que son las propias empresas y organizaciones, tanto privadas como públicas, las que deben replantearse sus políticas de incorporación de talento femenino.

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